Siento que el arte y la naturaleza son un camino espiritual; esos mundos se unen en uno solo. No encuentro el límite entre poesía y naturaleza o naturaleza y arte, y creo que fue esa idea la que me llevó primero (hace muchos años) a estudiar Diseño de Moda, más tarde literatura y escritura, y luego las plantas y los animales.
Publiqué dos libros de poesía naturalista: Aguas Negras (Alción Editora, 2017) y Alimento para la fe del cuerpo (Halley Ediciones, 2019), y me encuentro finalizando el tercero: Diario de una Naturalista.
Viví en Haedo, Pcia. de Buenos Aires, hasta pasada la adolescencia. Tuve la suerte de viajar desde pequeña y luego vivir en distintos lugares de mi país: la Costa Bonaerense, Bariloche (Río Negro) y Villa General Belgrano (Córdoba), entre otros. Cada sitio me enseñó los secretos de sus plantas saludables, pero, estudiosa incansable de la Naturaleza, amplié y fortalecí mis conocimientos. Así, me formé en Plantas Medicinales, Fitomedicina, Medicina Integrativa, Nutrición Natural, Salud Holística, Naturalismo y Biodiversidad. De todas formas, concluyo que tomar contacto directamente con las plantas, animales y los lugareños de las distintas regiones de nuestro país es crucial (ellos nos enseñan los saberes ancestrales para luego transmitirlos de generación en generación); como así también creo imprescindible estudiar de manera independiente, investigar, explorar, y nutrirse de los libros, que son quienes guardan la tradición oral popular y los descubrimientos científicos relacionados con los reinos vegetal y animal.
Agradezco cada día este camino que siento como una misión, agradezco los mágicos rincones donde viví, los maestros que encontré y sigo encontrando. Kahlil Gibran escribió: «Sólo una vez enmudecí. Fue cuando un hombre me preguntó: ‘¿quién eres tú’?». Todos podemos saber quiénes somos en esencia y qué vinimos a brindar en este paso por la vida.